miércoles, 9 de octubre de 2013

Gatidad.

La gata entra en la sala en donde estamos
reunidos.
No es de angora, no es persa ni de ninguna
raza prestigiosa. Más bien exhibe en su gastado
pelambre toda clase de cruces y bastardías.
Pero tiene conciencia de ser gata. Por tanto,
pasa revista a los presentes, nos hecha en cara
un juicio desdeñoso y se larga.
No con la cola entre las patas;  erguida como
penacho o estandarte de guerra. altivez,
gatidad, ni el menor deseo de congraciarse con
nadie.
Duró medio minuto el escrutinio.
Dice la gata a quien entienda su lengua: nunca
dejes que nadie te desprecie.

José Emilio Pacheco, México (1939)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario